Monclovita la Bella Historias Por: PROFESOR Manuel Limon Tovar

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frente al hospital. Los jueces quieren que el pueblo lo vea y sirva de escarmiento, la mayor parte del  público que lo veía, lloraba en silencio sorbiéndose sus lágrimas. Ya caída la tarde don Nemesio Saucedo llamó a un indio de la tribu tarahumara y le ordenó-- corta la cabeza de este reo – sacó el indio un machete curvo y de un solo tajo cortó la hermosa cabeza de Hidalgo pagándosele  $ 20.00 pesos, en seguida su cuerpo es sepultado en la Tercera Orden de San Francisco de Chihuahua. Ese día hubo una misa y un cura de apellido García pronunció un sermón” de escarmiento” duro, condenando a don Miguel y su reto al imperio. El cura García murió de un cólico en el hígado días más tarde.
Las cabezas de los 4 caudillos son enviadas a Guanajuato, en unas cajas de madera con sal para colocarlas  en unas jaulas de hierro y permanecer colgadas durante 10 años en las cuatro esquinas de La Alhóndiga de Granaditas.
Un letrero acompañaba la macabra ofrenda que decía:”Las cabezas
pertenecen a insignes facinerosos y primeros caudillos de la revolución"
 En esas estaba el verdugo, metiendo en su jaulita la cabeza de Allende, cuando un gachupín llegó clamando venganza y se dedicó a patear la jaula de hierro en la que estaba la cabeza de Hidalgo, haciéndola rodar por los adoquines. Luego, muy ufano, se trepó a su caballo y se lanzó cuesta arriba, pero el animal excitado no respondió al freno y lanzó a su jinete al suelo, donde el gachupín se quebró la pata izquierda.
Una anciana sabia dijo en voz muy alta, para que todo mundo la oyera: “Dios castiga sin palo ni piedra”.

                                       
 Jaula similar en donde colocaron la cabeza de Hidalgo en la Alhóndiga de Granaditas .Don Modesto Pérez fue el herrero encargado de manufacturar las 4 jaulas de hierro.

Cuando se terminó de colgar las jaulas con las cabezas de los insurgentes, se fijó una tabla en el portón pintada con la inscripción que dice:
Las cabezas. Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez. Insignes facinerosos y primeros caudillos de la insurrección que robaron los bienes del culto de Dios y el real erario. Saquearon y arruinaron casas y haciendas, derramaron con
la mayor atrocidad la inocente sangre. Aquí clavadas por mandato del señor general don Félix María Calleja del Rey, ilustre vencedor de Aculco, Guanajuato y Calderón, y restaurador de la América, serán testimonio de la justicia y el escarmiento de los impíos, traidores, rebeldes, ladrones y asesinos para que conste de orden verbal de su señoría, siendo la presente en Guanajuato a dos días del mes de julio del año de mil ochocientos doce.
Su cuerpo fue sepultado en la capilla de San Antonio  del templo de San Francisco de Asís en la misma ciudad de Chihuahua.
El 24 de marzo de 1821 llegó Anastasio Bustamante a Guanajuato. Al entrar a la ciudad tuvo a la vista los macabros despojos que Calleja había hecho colocar en las cuatro esquinas de la Alhóndiga, las  cabezas, de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez. Ordenó de inmediato que aquellos cráneos, mondos por el sol, el viento y los picotazos de las aves de carroña, fueran quitados de ahí. Se descolgaron de sus escarpias las jaulas en que estaban, y los cráneos recibieron sepultura en la iglesia de San Sebastián.
En el año de 1821 fue exhumado el cuerpo de Hidalgo y junto con su cabeza se le enterró en el altar de los Reyes de la catedral Metropolitana de la ciudad de México. Finalmente desde 1925 sus restos reposan en el Ángel de la Independencia en la capital mexicana.
En el año de 1868 fue erigido en su honor el Estado de Hidalgo.  

Muchos y gravísimos errores cometió en su efímero papel de caudillo militar.Se manchó de sangre las manos, y es culpable de alevosos crímenes. Pero gracias a este gran hombre, nuestro pueblo se quitó el yugo español que por más de 300 años nos estuvo asfixiando. El fue el hombre que supo ponerle el cascabel al gato
Como dice la historia oficial, grande fue Hidalgo en vida, mayor, mucho mayor fue a la hora de la muerte.
         


 En el mes de junio de 1863 el Lic. Benito Juárez estando de visita en Dolores Hidalgo decretó, que la Villa de Dolores fuera erigida en ciudad y que en su plaza Principal se colocara una estatua del Padre de la patria. Dicho deseo se cumplió el 6 de septiembre de 1891 siendo presidente don Porfirio Díaz. El monumento de referencia tuvo un costo de $ 40,000.00 de aquellos pesos, financiado por todos los estados. Correspondiendo a Coahuila cubrir la suma de $ 352.42 pesos  

La tradición del grito, ceremonia muy nacional que iniciara don Guadalupe Victoria en 1824, y que desde entonces y de forma ininterrumpida es celebrada anualmente por todos los mexicanos.





                    Muerte de don Pedro Aranda
Aranda es conducido a Chihuahua con todos los demás presos, siendo sentenciado a la perdida de todos sus bienes y a prisión por 10 años en un lugar de Chihuahua llamado Encinillas, donde fue confinado, muriendo algún tiempo después. No cabe duda que su buena conducta en Santiago de la Monclova y la circunstancia de no haber caído preso en Baján, influyeron bastante en que se le perdonase la vida a este insurgente que con un poco de actividad y previsión, pudo haber salvado de la muerte a los primeros caudillos de la independencia.

             Trágico destino de los contra revolucionarios
De los que participaron en la planeación o ejecución de la emboscada de Baján, algunos tuvieron un destino trágico a más que el de los jefes insurgentes.
Don Manuel Maria Salcedo y don Simón de Herrera, gobernador y comandante, respectivamente de la provincia de Texas y principales conspiradores, reenfrentaron en el año de 1813 a Bernardo Gutiérrez de Lara, quien comandaba a un grupo de mercenarios de los Estados Unidos derrotándolos en le batalla del Rosillo, a orillas de San Antonio. Con el pretexto de llevarlos presos al Puerto de Gálveston donde los embarcarían a los Estados Unidos. Salcedo, Herrera y trece oficiales más, entre los que se encontraban Jerónimo Herrera, hermano de don Simón, y los capitanes Juan Ignacio Arrambide Miguel de Arcos, Gregorio Amador y José Mateos, participantes todos ellos de la emboscada de Baján, fueron puestos a disposición del capitán Miguel Delgado  y una escolta de sesenta hombres. A escasa distancia de San Antonio, sus guardianes, cuchillo en mano, hincaron a los maniatados prisioneros y los degollaron uno a uno dejando los cuerpos abandonados a merced de las aves de rapiña y de los animales del monte.
 Cinco meses más tarde, don Ignacio Elizondo, ascendido a Teniente Coronel, tomó San Antonio. Y en venganza por la muerte de Salcedo y Herrera ordenó ejecutar a 61 prisioneros entre los que se hallaba el capitán Antonio Delgado.


                

Muere Elizondo
De regreso, Elizondo acampó a orillas del rió Brazos, lo acompañaba en la expedición el teniente Miguel Serrano. Encontrándose Elizondo y su primo el capitán Isidro de la Garza dormidos en la misma tienda, Serrano entró y con su sable atravesó a de la Garza que murió instantáneamente, y a don Ignacio se lo clavó en el vientre y en la garganta. Gravemente herido y en medio de una terrible agonía, intentaron llevarlo hasta San Antonio de Béjar sin lograrlo, pues murió en el camino y fue enterrado a orillas del rió San Marcos en un lugar hasta hoy desconocido. Serrano arrestado, fue conducido a Béjar a donde llegó supuestamente loco. Posteriormente fue enviado a un manicomio de san Hipólito, en la ciudad de México, donde permaneció encerrado hasta el fin de sus días.
Don Benigno Vale, activo colaborador de los conspiradores de Monclova, fue muerto por los indios a su regreso  de un viaje a Saltillo precisamente en Baján y en el mismo lugar de la emboscada. Igual suerte corrió su hijo Francisco algunos años más tarde a escasa distancia de aquel lugar.
De acuerdo a la versión que durante mucho tiempo se manejó en Monclova, el teniente José María Uranga, uno de los principales participantes en la planeacion y ejecución de la emboscada fue enterrado vivo.
























Hidalgo en Santiago de la Monclova


Al caer la tarde del 22 de marzo de 1811 llegó a Monclova una columna de prisioneros insurgentes atados y conducidos por soldados realistas comandados por Ignacio Elizondo.
 Antes de hacer su entrada al pueblo hicieron un alto en un paraje llamado “El Puertecito” Este lugar se localizaba en donde actualmente está la Ferretera Villarreal, frente a la Fuente de las Garzas, en  la avenida Pape. Por aquel tiempo este paraje estaba constituido por una especie de ciénega con algunas pequeñas lagunas y densos carrizales.
 Ya un poco descansados hicieron su entrada por la calle Real (hoy conocida como calle Zaragoza)
La entrada fue triste, lenta y conmovedora, ante un escenario tenso
Los insurgentes avanzaron bajo el abucheo y burla de una multitud que formaba vallas a lo largo de la calle, así llegaron hasta el callejón de los Nogales (hoy calle Abasolo) doblando hacia la derecha (en donde actualmente se encuentra un negocio llamado la cabaña) y a media cuadra se detuvieron donde había una fragua  que se encontraba en la acera norte, atendida por un Francés llamado Marcos Marchant a dicha fragua se le conocía como “La fragua del tío Diego”.
Mientras el herrero hacia los grilletes para esposar a los jefes insurrectos, el padre de la patria don Miguel Hidalgo descansaba bajo la sombra de un nogal que ahí se encontraba. (Esto esta escrito en una placa metálica, que estuvo colocada sobre una pared de adobe que había en este sitio y que ahora se encuentra en el interior de un pasaje comercial. En la misma esta registrada la fecha del 22 de marzo de 1811 y el nombre del fabricante de los grilletes que se les colocaron a los insurrectos, don Marcos Marchant, citados por el Dr. Regino F. Ramón. Y según una leyenda acerca del nogal, se dice que el cura Hidalgo pidió agua a los pobladores, pero estos se negaron por temor a represalias de los realistas, fue entonces cuando hidalgo maldijo el futuro de la ciudad para siempre. Cuando se terminó de colocar los grilletes a los prisioneros siguieron adelante por el callejón de los Nogales hasta la siguiente esquina donde cruzaba la calle Garita (hoy calle Hidalgo). Doblaron hacia la izquierda para ser conducidos hasta la plaza de Armas. Al llegar a este lugar se comenzó a distribuir a los prisioneros. A unos los pusieron en la cárcel que había sido construida por el gobernador Cordero y que se localizaba en la esquina que ahora son las calles Zaragoza y De la Fuente, a otros en la antigua capilla de la Purísima, situada junto a la cárcel, en el lugar que después ocupo el teatro Hidalgo, después cine Hidalgo y en la actualidad el banco Banamex, a otros los pusieron en el cuartel de la Compañía Presidial conocido como” la Guardia” esquina noreste del cruce de las calles Zaragoza y Venustiano Carranza, y el resto los llevaron junto con el padre de la patria don Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Mariano Jiménez, don Juan Aldama y don Mariano Hidalgo hermano del cura, al hospital Real (hoy museo Coahuila- Texas).
    
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